Os invito a leer mi nueva creación de 4 páginas. Podréis encontrar más historias en http://dondenuncamuerelsol.blogspot.com/
En la constelación de Orión, los serafines se reunieron
para decidir qué hacer con la Tierra. Se sentaron en una gran mesa redonda y el
más sabio que la presidía dijo:
-Veo que los terrícolas siguen sin utilizar la
inteligencia emocional, solo se centran en desarrollar nuevas tecnologías como
si fuera lo único importante. Lógicamente, por eso hay guerras, se matan entre
ellos y existen cada vez más enfermedades. No deberíamos ayudarles, han creado
su propio destino fruto de sus actos.
Todos los ángeles le dieron la razón, fueron varios los
seres que intentaron ayudar sin obtener
buenos resultados. De hecho, Jesús fue uno de ellos y lo crucificaron. Un
serafín se atrevió a contradecir al gran sabio, le llamaban Uriel.
-Hay humanos que son especiales, diferentes que no pueden
vivir como los demás. No encajan en el sistema que han creado ellos mismos
porqué, en el fondo, saben que es antinatural. Podemos ayudarles.
-Eres fuente de amor y comprensión Uriel, pero sabes tan
bien como yo que del caos surge la luz. Tienen que vivir tiempos difíciles para
que valoren las cosas realmente.
-Permíteme salvar a unos pocos maestro - imploró Uriel.
-Está bien, te daremos unos meses. Pero pasado ese
tiempo, cuatro de nosotros bajaremos e iniciaremos el apocalipsis.
El serafín agradeció al gran maestro la oportunidad de
bajar a la Tierra, tenía fe en su cometido así que se despidió rápidamente de
sus compañeros e inició el viaje. Pero Uriel quiso ir demasiado raudo, alcanzó
tanta velocidad que no pudo esquivar un avión que surcaba el cielo, y se dio de
cabeza contra la máquina. Al no ser humano consiguió burlar la muerte, aunque
permaneció inconsciente durante horas. Cuando pudo levantarse, no se acordaba
ni de su nombre, había perdido la memoria. Tenía la sensación que tenía una
misión, algo importante que hacer pero se sentía muy perdido. Caminaba por un
paisaje selvático desconocido dónde abundaban animales salvajes y árboles que
tocaban el cielo. No sabía dónde ir, afortunadamente no le dio tiempo a preocuparse
demasiado ya que un grito interrumpió sus pensamientos. Divisó un niño a lo
lejos corriendo como si temiera por su vida, y efectivamente había un
depredador detrás de él. Al acercarse pudo ver que se trataba de un pequeño
tigre que poco le faltaba para darse un buen banquete. Así que, Uriel actuó
rápido, se puso delante del animal y le dijo que se marchara, lo más extraño de
todo es que el famélico depredador le hizo caso. El niño se quedó tan
sorprendido que no pudo articular palabra.
¿Un hombre que se comunica con los animales?, no parece
Mowgli ni un brujo- pensó. Pero como le había salvado la vida decidió
conducirle al poblado, un pequeño lugar compuesto de habitáculos sencillos. Los
habitantes acogieron al extraño hombre con una ligera sonrisa, especialmente el
jefe de la tribu, el padre del niño, que mostró su gratitud desde el principio
por haber salvado a su hijo. El serafín convivió con ellos y aprendió de su
cultura, pero a medida que pasaban las semanas las visiones se incrementaban.
Empezó a tener ligeros recuerdos, y la idea de marchar cada vez cobraba más
fuerza. Finalmente, un día se despidió de todos e inició su marcha sin mirar
atrás hasta llegar a una ciudad portuaria, llamada Iquitos, donde se detuvo a
descansar. Sólo se sentó unos minutos, era pura fuente inagotable de energía,
de seguida su curiosidad le guió hasta el mercado al aire libre del distrito de
Belén donde abundaban productos interesantes y personas con vaqueros, fajas,
chaquiras e, incluso, plumas de ave.
-¡Qué contraste de un lugar a otro!-se dijo sorprendido.
Se quedó admirando las diferencias durante un rato hasta
volver a reanudar la marcha. Pero esta vez, se planteó hacer uso de la reliquia
que ocultaba. ¿Porqué ir caminando teniendo alas?, permanecían en el interior
de su espalda como un tesoro escondido. Observaba que los demás no tenían alas
y quería parecer normal. Se mostró dubitativo, pero decidió no sacar a relucir
su secreto. Por no aceptarse a sí mismo, se vio obligado a experimentar que
eran los callos y el dolor de pies. Afortunadamente, sus recuerdos aumentaban
con el paso de los días y comenzó a darse cuenta que era necesario que fuera
diferente al resto para poder llevar a cabo una misión importante que aún
desconocía. Una madrugada estrellada, se atrevió a abrir sus alas y se entregó
al cielo nocturno, pero cuanto más alto llegaba más miedo tenía. ¿Porqué sentir
temor?, le daba la sensación que le había ocurrido algo traumático durante uno
de sus vuelos. Tenía que armarse de
valor y superarse a sí mismo, para conseguirlo, cada noche alcanzaba una altura
mayor cuando volaba. La distancia de los vuelos también aumentaba, hasta que
una noche decidió visitar Europa. Cuando
llegó a su destino, aterrizó en el claro de una montaña, dónde le esperaba un
inesperado encuentro.
……………………………………………………………………………
¿Qué sucede cuando los sueños se convierten en humo? Selene
sentía que no encajaba en este mundo, excepto cuando estaba en la montaña
disfrutando del aparente silencio de la noche. Ella creció siendo una niña
incomprendida, se evadía demasiado. En la adolescencia se convirtió en una
chica soñadora de ojos tristes. Su iniciativa y entusiasmo le llevaron a
realizar innumerables proyectos que acabaron en intentos frustrados. Cansada de
ver que no ocurría nada de lo que quería o planeaba, dejó de desear. Empezó a
centrarse en hacer aquello que le hacía sentir feliz, de nada servía centrarse
en su incierto futuro. Era mejor no alimentar pensamientos negativos, no le
aportaban nada, así que se centró en realizar actividades placenteras
accesibles a su nivel económico, la montaña era una de ellas. Una noche de
otoño de luna llena, sus pasos le llevaron por pequeños senderos que
comunicaban con una escarpada cima. Pero se detuvo al ver un ser extraño aterrizando bruscamente.
-¿Eres un ángel caído?, no pareces un extraterrestre- exclamó,
intentaba no parecer asustada pero le resultaba un poco difícil.
El joven miró a Selene sorprendido, pensativo. Lo que le
había dicho le hizo recordar.
-¡Sí es verdad, soy un ángel que me caí debido a un
accidente! y había olvidado mi misión, ayudaros antes de que sea demasiado
tarde.
Selene lo miraba realmente como si fuera de otro planeta,
no sabía si salir corriendo o que hacer. El tenía alas y ella solo dos piernas.
Pero el serafín le leyó la mente y supo utilizar sus poderes olvidados para
tranquilizarla, era como si pudiera entrar dentro de ella y hacerle entender lo
imposible. Escuchaba la voz del joven en su cabeza, sentía que lo podía saber
todo sobre ella y sin saber porqué, tenía la certeza de que la podía ayudar.
Era un extraño venido de las estrellas, no sabía nada de ese ser pero él sí de
ella. Aparecía de la nada en su vida con mensajes de esperanza, de un nuevo
comienzo.
-¿Y si realmente puedo volver a empezar desde cero y
salir de mi eterno bucle?- se preguntó Selene.
Se sentía prisionera de sí misma, necesitaba cambiar su
estilo de vida y empezó a pensar que realmente ese ser inquietante podía ser la
clave hacia un nuevo principio. Nadie había sido capaz de comunicarse con ella
sólo mediante la mente, nunca había experimentado tanta paz y, por alguna
extraña razón, sentía que podía confiar en él.
En poco tiempo, entabló amistad con el muchacho raro y
pálido venido del cielo. Sus ganas de irse con él a donde fuera se
acrecentaban, pero ¿realmente sería capaz de abandonarlo todo?. El ángel le
daba la oportunidad de conocer una vida distinta, inimaginable pero a cambio de
un gran sacrificio. Tenía que dejar atrás su estilo de vida, todo lo que
conocía. Era una decisión muy dura que tenía que tomar ya, porqué no quedaba
tiempo. La humanidad estaba sentenciada, grandes catástrofes, hambruna y oscuridad
eran el principio del fin. Selene tenía que ser valiente, intuía que era una
gran oportunidad que no podía desaprovechar ¿sería capaz de renunciar a su
modus vivendi?